Del champú al bicarbonato: cómo va la cosa

En una de mis primeras entradas os contaba que había dejado de usar champú y me había pasado al bicarbonato. Además de servirme para hablaros de gente a la que seguía, sigo y seguramente seguiré en el futuro (Acapulco70, Dumbo y ahora su nuevo proyecto Oye Deb! que no podéis dejar de seguir si tenéis el sueño de montaros por vuestra cuenta y Carmen Pacheco a la que ahora podéis seguir en Pacheco Island) me sirvió también para empezar a contaros las "rarezas" que se me iban ocurriendo y que iba incorporando a mi vida (germinar semillas, cambiar el antitranspirante por piedra de alumbre, lavarme la cara con miel... etc etc etc).

Pues bien, esta entrada es un "update", un "follow up" o como diríamos de manera más castiza "qué fue de aquella rareza mía de no-se-que-del-champú". He de decir orgullosa de mí misma y de mi perseverancia, que casi 8 meses después SIGO con el bicarbonato y el vinagre. En este tiempo sólo me he lavado el pelo con champú tres veces (treeeeeee veces), las tres veces que he ido a la pelu a raparme. Todavía me da vergüenza presentarme en la pelu con el bote de bicarbonato y el vinagre, la verdad. (Idea de negocio: peluquería ecológica donde laven el pelo con bicarbonato... ahí lo dejo). El resto del tiempo, only bicarbonato. Incluso de viaje. Incluso en las duchas de un campíng de festival. Incluso ... bueno, siempre. 

¿Y estoy contenta? ¡Pues claro!, si no... ¿de qué escribir una entrada sobre ello? Ya he conseguido lavarme el pelo sólo una vez a la semana, tengo el pelo sano y brillante (bueno, vale, con lo corto que lo tengo tampoco es que esto salte a la vista, pero YO si lo noto), y me he ahorrado una passssssta en productos capilares. De hecho el motivo de haceros el update ahora y no en otro momento es que ha sido ahora cuando he terminado el primer paquete de bicarbonato. Casi ocho meses de pelo limpio por 2€ señores.... ¡me-lo-quitan-de-las-manos-oiga!

Así que reacios y reacias del mundo, ¡animaros al cambio! El camino no es fácil pero la recompensa merece la pena. 

¡Besitos! y... ¡gracias!