viernes, 21 de septiembre de 2012

Los centros comerciales y yo

No me gustan los centros comerciales. No me gustan para nada. Y ayer me tocó ir a TRES. No uno, ni dos, sino TRES. Además en Murcia. La gente de fuera, sobre todo de ciudades mas grandes, pensará "¿pero hay TRES centros comerciales en Murcia?", pues sí que los hay. Increíble ¿no?. De hecho, hay MAS de tres. Hay de todo: Ikea, Decathlon, Media Markt, Saturn... de todo, vamos. Eso sí, ayer por la tarde (jueves) estaban vacíos. V-A-C-Í-O-S. No se si será por la crisis o porque (y creo que esta es la verdadera razón, aunque seguro que la crisis no ayuda a llenarlos) se fliparon construyendo centros comerciales y hay una oferta excesiva para el tamaño de Murcia y alrededores. 

Nunca me han gustado los centros comerciales. No es una cosa de ahora, viene de lejos. Entiendo su practicidad: si vives o trabajas a las afueras de una ciudad y tienes que hacer la compra semanal o quincenal y además quieres comprar un regalo para Fulanita que es su cumple la semana que viene y de paso mirar esos pantalones de Mango que te molaron... pues sí, son prácticos. Pero el que sean prácticos no hace que suban en mi estima. De hecho deben de ser de las pocas cosas que, aún siendo prácticas, no me gustan. 

Será que yo soy una pija a la que le gusta pasear si va de tiendas. No tener que coger el coche. Ir con tranquilidad, echando toda la mañana o toda la tarde. Entrar y salir de las tiendas. Que me de el aire entre una y otra. Cuando fumaba, allá por la prehistoria, me gustaba echarme un piti de vez en cuando. Y ahora que no fumo, me sigue gustando el SALIR. 

Los centros comerciales me dan la sensación que son como los casinos de Las Vegas: están diseñados para que pierdas el sentido del tiempo y estés ahí compra que te compra horas sin fin. La luz, el olor, los sitios de comer... todo está pensado para que puedas "echar el día" allí y te dejes lo que no tienes en lo que no necesitas.

Y ahí radica el motivo principal por el que no me gustan los centros comerciales hoy día. Son templos construidos al consumismo (que no es el mismo "consumismo" que se está practicando en mi casa hoy día: "con-su-mismo-coche", "con-su-mismos-zapatos"... etc). Desde que hago yoga y me estoy volviendo "jippi" (cambiando el champú por el bicarbonato, abandonando el antitranspirante, germinando semillas, lavándome la cara con miel y otras "rarezas" que os iré contando) he experimentado muchos cambios, sobre todo internos, en la forma de ver y vivir las cosas (uffff que new-age suena, que perezón ¿no?). El caso es que he ido decidiendo poco a poco revelarme contra ese consumismo del que yo era víctima, como cualquier otro, y me he hecho el propósito de intentar ejercer un consumo mas responsable. Es decir, comprar lo que DE VERDAD necesito (y no, el enésimo par de zapatos no lo necesito), comprar con la cabeza, y a ser posible comprar de sitios que me aporten algo más que la simple compra (porque me permitan apoyar alguna marca / persona cuyas ideas me gusten o porque sean respetuosos con el medio ambiente o por lo que sea).  Se que es difícil y que voy a caer en la compra-autoconsuelo (¿estoy triste? me compro unos zapatos, ¿he tenido una mala semana? me compro unos pantalones, ¿me agobia la oposición? me compro un pañuelo... etc) pero lo importante es haber tomado la decisión y "stick to it" como dirían los ingleses: por mucho que recaiga, levantarme y seguir intentándolo. 

Así que sí, puede que me veáis en una orgía de compras por un centro comercial, cargada de bolsas llenas de cosas que no necesito ni voy a usar... o puede que no. Que consiga vivir de una manera mas racional y plena, dejando de buscar la felicidad y la solución a mis problemas en las compras compulsivas. Ya os iré contando, porque tiene pinta de que esto va pá largo.

¡Besitos!

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